El dramaturgo Pedro Manuel Víllora ha explicado en
el aula 2 del Claustro de Santo Domingo de Chinchilla el proceso de adaptación
de La dama duende, la obra de
Calderón que se ha representado en el patio del Claustro un rato después de su
conferencia.
Víllora ha explicado que hay varias maneras de
trabajar un texto clásico, según el grado de intervención en el mismo: lo más
sencillo es simplemente actualizarlo, suprimiendo pasajes que en nuestra época
son innecesarios, aquellos en los que los personajes describen dónde están o
dan informaciones históricas, o resumen las escenas anteriores tras los
larguísimos descansos que hacían.
Una intervención más intrusiva es la adaptación, en
la que el dramaturgo actual suprime pasajes que a su juicio aportan poca información
o rompen el ritmo, o bien modifica el orden de los actos o incluso modifica el
final, es decir cambia la estructura de la obra.
Por último, el adaptador puede incorporar textos que
no aparecen en la obra tomándolos de otras obras del propio autor, o de autores
ajenos de la misma época, o incluso de épocas diferentes, para marcar el
contraste. También puede introducir textos que él mismo ha escrito, lo que
suele hacerse sobre todo por cuestiones técnicas y estéticas.
Sin embargo, cuando la supresión y la incorporación
de textos se hacen partiendo de ideas que no son las principales del texto
original, se dice que el adaptador está haciendo una versión propia, que en
algunos casos podría firmar como tal.
Víllora ha explicado que su intervención en La dama
duende es una mera adaptación porque no utiliza palabras propias ni textos que
no estén en el original. Que
solo ha realizado cambios actualizadores y, en todo
caso, tras hablarlo con Narros, ha incorporado una tercera escena diferente,
que no se había estrenado nunca, aunque aliviándola de las transiciones de
espacios que la hacían más farragosa.
El dramaturgo rodense, que ha hecho un repaso de sus
intervenciones sobre textos clásicos, ha tenido que marcharse nada más acabar y
hacerse una fotografía con los presentes, para asistir al entierro de Ana María
Matute, con la que colaboró estrechamente y a la que guardaba un gran aprecio
personal.
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